Centenares de familias, una veintena de despensas: en los últimos dos años han proliferado en la región los bancos de alimentos vecinales autogestionados, que dan de comer al menos a 908 familias (cerca de 4.000 personas), mediante su propio trabajo y la colaboración de ciudadanos y comercios de los barrios. Estas despensas vecinales están presentes al menos en 11 distritos de la capital y diez municipios de la región.
Pese a que la crisis estalló en 2008, la mayoría de las despensas autogestionadas que continúan operativas nacieron entre 2012 y 2014. Y han crecido a pasos agigantados, a fuerza de repartirse las tareas entre todos. Para participar en estos bancos de alimentos se requiere estar en paro y no poder llegar a fin de mes.
Se organizan en asambleas celebradas generalmente una vez por semana, en donde se reparten las tareas: recogida a las puertas de los comercios, transporte de la mercadería, almacenamiento, composición de las bolsas y su reparto.
Por ejemplo, la Despensa Solidaria de la Asamblea del Pueblo de Alpedrete surgió en mayo de 2013 con 10 personas, y hoy ya suma 139 familias, mientras que la despensa de la Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde Este, duplicó sus beneficiarios desde que nació, hace poco más de un año, en enero de 2014, pasando de 40 a 80 familias.
El banco de la Asamblea 15-M de Tetuán empezó en mayo de 2013 con 7 familias que procedían de desahucios, y hoy ya cuenta con 60 familias beneficiarias.
Para el crecimiento es fundamental tener un espacio donde guardar los alimentos, clasificarlos y repartirlos: si el espacio no se los permite, no pueden crecer más y se forman listas de espera.
"Hemos crecido mucho, pero no crecemos más porque no damos abasto", dice Ana, de la Despensa Solidaria de Majadahonda, que paga un local con la colaboración vecinal.
Lo mismo dice Itziar, de la despensa solidaria de la AV Los Pinos de Retiro Sur: "No somos más porque tenemos un espacio limitado para almacenar la comida".
La Asociación Vecinal La Unidad de Villaverde Este recibe el espacio de la radio Onda Merlín Comunitaria, que les permite guardar las recogidas en su sede.
Mientras que el banco del 15-M de Tetuán utiliza para el almacenamiento y reparto las instalaciones del centro social La Enredadera de Tetuán, frente a la mezquita del barrio.
El pequeño comercio
Las tiendas de barrio suelen colaborar con las despensas solidarias, pese a que manejan unas cantidades muy inferiores a las de las cadenas de supermercados.
"Hacemos una campaña de concienciación en el comercio local, las pequeñas fruterías, porque se tiran muchos alimentos frescos; cuando sabemos que de una tienda se puede recoger comida, nos avisamos por el grupo de WhatsApp", dice Marcos, del Grupo de Alimentación de Ciudad Lineal, parte del Grupo Apoyo Mutuo de ese distrito.
Tampoco la Red de Derechos Sociales (RDS) de Carabanchel se coloca en los supermercados.
"Hacemos recogidas en bibliotecas, pero no queremos la dinámica del supermercado, buscamos alternativas para cubrir nuestras necesidades sin pedir limosna, queremos depender de nuestro trabajo", explica María, de la RDS de Carabanchel.
La Despensa Solidaria de Malasaña, por su parte, ha creado la iniciativa "el kilo de tomate solidario" para que los visitantes del mercado de Barceló puedan donar comida.
"La gente es reacia a dejar dinero, no a dejar comida, hemos pactado con el mercado de Barceló para que se puedan dejar vales pagados para nuestra despensa. Así, además, cubrimos la necesidad de alimentos frescos", explica Mónica, voluntaria de la despensa malasañera, subrayando que esta iniciativa interesa a todas las partes, porque el mercado se asegura así también que se consume en sus propias tiendas.
No al asistencialismo: quien no colabora, no recibe
Una constante de las despensas autogestionadas es que todos los beneficiarios deben colaborar de alguna manera.
"Nos apartamos del asistencialismo de organizaciones como Cáritas y Cruz Roja, entendemos que nuestra función es que los vecinos se organicen y cubran sus necesidades”, señala Miguel, de La Unidad de Villaverde Este.
Su mecánica es la misma que la de la mayoría de despensas autogestionadas: se ubican a las puertas de un supermercado con una mesa y carteles, reparten octavillas y apelan a la solidaridad vecinal.
"Todo el mundo tiene que colaborar un mínimo de veces al mes, las madres que tienen niños pueden cuidarle los niños a otra madre, o llevar comida para vender y que eso pague el local, lo que se pueda: pero no recibes si no colaboras", dice Ana, de la Despensa Solidaria de Majadahonda.
En la agrupación Pan Para Todos, de Collado Villalba, también instan a los integrantes de las 170 familias beneficiarias a que se impliquen.
"Tienen que movilizarse, no nos gustan las actitudes pasivas, estar activo mantiene la dignidad y el estado psíquico adecuado para salir adelante", dice Luis, psicólogo que colabora con Pan para Todos.
Gran parte de los beneficiarios de las diferentes despensas son inmigrantes, ya que habitualmente ellos carecen de las redes de contención familiar o habitacional con la que suelen contar los españoles.
"Hay una conexión intercultural, y los que somos voluntarios que participamos solo por solidaridad tenemos que encajar que dirijan ellos, los que tienen necesidad, sobre los que no la tenemos", explica Ana, de la despensa comunitaria de Majadahonda.
Equidad en el reparto
Los equipos organizativos de las despensas suelen utilizar una serie de baremos para llevar a cabo el reparto de alimentos.
"Hacemos lotes únicos para que no haya problemas entre los beneficiarios, los único que reciben cosas diferentes son los que tienen bebés, a quienes se les dan pañales, toallitas, potitos o leches especiales", explica Almudena, de la Asamblea de Tetuán.
Otro factor común de las despensas autogestionadas es su carácter crítico: dicen que este trabajo lo deberían hacer a los Servicios Sociales.
"Además de ayudar, es una forma de protesta, porque quien tendría que hacerse cargo de esto son los Servicios Sociales", dice Itziar, de la Asociación Vecinal Los Pinos (Retiro), cuya despensa comunitaria es gestionada por las 20 familias beneficiarias.
Una opción para los 'nuevos pobres'
Los bancos de alimentos autogestionados son una buena alternativa para personas que han trabajado toda su vida y de repente se han visto sin trabajo y con unos compromisos que no pueden asumir. Así aportan algo de su saber hacer y se aseguran la comida.
Como Irene, que trabajó hasta hace dos años como secretaria de dirección en la empresa pública de ingeniería Ineco, donde estuvo quince años. Divorciada, con una niña de ocho años y una hipoteca que pagar, no llega a fin de mes y tuvo que acudir a la despensa de Tetuán.
"Leí en la prensa un artículo y me acerqué", explica Irene, quien con los 426 euros que cobra del SEPE y los 250 que le pasa el padre de su hija le quedan apenas 76 euros para vivir todo el mes, tras pagar sus 600 euros de hipoteca. Por eso lleva un año y medio en el banco de alimentos, donde aporta sus habilidades administrativas y de organización.
"Desde el primer día me sentí muy acogida y estoy encantada de estar aquí, ayudando y siendo ayudada, hasta que me salga un trabajo", señala.
Manoli: "Nos alimentamos gracias a la despensa"
Manoli es una vecina del barrio de Retiro que vive en un piso de alquiler con una hija de 30 años sin ingresos que tiene una niña de 8 años y otra de 2 años.
Cobra una pensión de de viudedad de 487 euros con la que tiene que hacer frente a 200 euros de alquiler y comunidad, con lo que le quedan 300 euros para servicios, comida, y otros gastos.
"Hace un año que comemos de lo que traemos de la despensa, porque solo tenemos el ingreso de mi pensión ", explica Manoli.
"Si pagas, no comes, y si comes, no pagas: gracias a la despensa es que nos alimentamos", dice.
Manoli vive en una vivienda de protección oficial del Ayuntamiento hace 20 años, y dice que recibe una variedad de alimentación y de productos para su nieta pequeña que es fundamental para llegar a fin de mes.
"Recibimos lo que nos toca: pasta, arroz, leche, pañales, potitos, a veces tenemos patatas, naranjas...", explica.
Despensas comunitarias: datos clave
Madrid capital
AV Los Pinos (Retiro) 20 familias. Desde enero de 2014.
AV La Unidad de Villaverde Este 80 familias.
Asamblea 15-M Tetuán 60 familas.
La Villana (Vallecas) 69 familias.
Red de Derechos Sociales (Carabanchel) 15 familias. Llegó a haber 40 familias.
Apoyo Mutuo Ciudad Lineal 15 familias.
Despensa Solidaria de Malasaña 4 familias. Llegó a haber 30.
Banco de Alimentos de Moratalaz 40 familias.
RSP Centro Arganzuela 20 familias
RSP Latina Carabanchel 74 familias
RSP Puente de Vallecas 5 familias
RSP Villa de Vallecas 13 familias
Comunidad de Madrid
Asamblea del Pueblo de Alpedrete 139 familias (31 menores de 3 años, 113 entre 4 y 12 años) .
Majadahonda. Despensa Solidaria 45 familias.
Collado Villalba. Pan para Todos 170 familias.
Fuenlabrada. Plataforma Hoy por ti 20 familias.
RSP Torrejón de Ardoz 14 familias
RSP Alcalá de Henates 13 familias
RSP Alto Jarama 27 familias
RSP Alcorcón 30 familias
RSP Parla 12 familias
RSP Arganda del Rey 23 familias
Bolsa básica para una alimentación completa y nutritiva
Hidratos de carbono: Arroz, pasta, cereales, azúcar, galletas, harina.
Proteínas vegetales: Legumbres (garbanzos, lentejas, alubias, etc.), sopas y caldos en brick.
Proteínas animales: Latas de pescado (sardinas, bonito) o de carne (chopped, jamón), leche.
Fibra y vitaminas: Verduras envasadas, zumos, tomate frito o triturado.
Comidas preparadas: Latas de fabada, de cocido, de lentejas a la riojana.
Grasas saludables: Aceite de oliva.
Alimentos infantiles: papillas, potitos, leches especiales.
Infusiones y desayunos: Café, caco, té, mermeladas.
Otros: Frutos secos, aceitunas, chocolate.
Higiene: Pañales, compresas, detergente, gel, jabón, champú, desodorante, dentífrico, cepillo de dientes.
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